El Bolsón, Patagonia, Los Andes...

Una queridísima amiga que nos recibió y nos dejó disfrutarnos con ella y su familia. Vaya con esto un "Gracias" a la distancia, pero temporalmente sólo en cuenta regresiva anhelando volver.
Cuando viajes a El Bolsón, no dejes de visitar Monteviejo, calidez total y una amabilidad que dices... claro que vuelvo.
Silvia nos regala este texto maravilloso, como es ella misma y su gente.




VISION DE LA MUJER QUE ESCRIBE

Cuando una ha volado durante 7 días requiere de un derrape necesario. Si el vuelo ha sido placentero el derrape es no deseado. Los días que pasamos junto a los narradores han sido de una ternura y alegría no comunes. En la vida de una y de todos, la alegría es un bien intermitente. Los sueños son visitantes ocasionales y algunos de ellos son únicos. Por eso el retorno cuesta.
Durante el camino de la vida creemos que lo vivido es algo que podremos repetir con naturalidad, en especial esto pensamos cuando somos jóvenes. A medida que transcurre el camino, vamos aprendiendo de hechos que han sido únicos (que no volveremos a aquel pueblito, o no volveremos a ver a aquella persona…) y aún así, como almas deseantes, esperamos que no sea así, qué se repita! como decía una antigua vecina de mi barrio.
Como decía, la semana en que los narradores: Inés, Angélica, Inés, Martín y Oscar estuvieron visitando la comarca, fueron maravillosos. Fueron mágicos, asombrosos y de profunda humanidad. Es decir, nos hicieron sentir humanos, nos dieron cabida en la habitación de los espíritus.
Tantos sintieron lo mismo. No sé en verdad si tantos como miles o cientos, pero sí, tantos como los justos, como los acertados. Eso de la afinidad, de la confluencia como dice Héctor, mi compañero. Vamos girando en un espacio sin fin y en esas órbitas redondas nos tocamos con aquellos que navegan en el espacio con la misma brújula. Cuando la energía es similar, esa confluencia es mágica.
Las charlas, las palabras, que son nuestra verdad, nuestro sentido de vivir, fueron mágicas, porque hubo un diapasón que igualó los corazones, hubo un resonar, una afinación antigua que nos hizo sentir que hay otros en todos lados.
Vivimos la vida detrás de otros y al alcanzarlos no eran esos que pensamos, eran otra piel y aroma, otro cantar. En este caso, todo fue como un sueño, despertamos para ver que no hacía falta cuento del sueño, que ya lo sabíamos, que era el cuento que habíamos soñado, porque era un mismo soñar.
Qué vuelvan, que sean ellos, que cuenten, que cuenten en todos lados, que no dejen de contar y que cuando hayan contado tanto que se sientan de vuelta: Qué vuelvan aquí donde los queremos de verdad!!!!!!!!!
Silvia Rodriguez
Inés Bombara Narrando a algunos cientos de chicos en Lago Puelo